lunes, 24 de septiembre de 2012

VENECIA (ES MEJOR) SIN TÍ

Venecia fue un agujero negro en mi camino.
Prácticamente no la conozco, no se como es.
Solo anduve en vaporetto y me enojé muchísimo. 


L'acqua
                       
Llegué a la ciudad de los canales bajo la misma cortina de lluvia con la que había salido de Firenze.
Desde el hall de la estación veía agua por todas partes, miraba desde la ventana del tren mi paraguas, que  había quedado dentro del vagón (una vez que salís no se pueden abrir las puertas para reingresar).
Ahí si que no tenía opción para llegar a destino: pedí asesoramiento en la oficina de turismo donde compré un mapa, un pase para andar en barco y recibí las indicaciones para llegar al hostel.
Intento ubicarme, pero al empezar a caminar descubro una de las particularidades venecianas: las calles no tienen nombre.




lunes, 17 de septiembre de 2012

LA CENA, LAS CANCIONES Y LA GENTE

Ya era un hecho que no quería irme de Firenze.
Eso, sumado a que mi compañero dejaba la ciudad para ir a Venecia, me produjo una ligera sensación de melancolía.
Pero aún podía sentir la calidez del día en la piel, y armé mi plan para la jornada: el punto fuerte sería visitar La Accademia.
Vería al David de Michelangelo, y eso, en términos de mi frenesí renacentista, era una cita.
¿Estaba yo por conocer al hombre de mi vida?
¿O solo empezaba un camino que me conducía directo a la insanía?
Mi paso por la ciudad no podía medirse en términos de cordura. 
Solo decidí prepararme para el momento.
Dado que no estaba comiendo muy bien, tomé un merecido almuerzo frente a Santa María Novella y me acomodé para seguir.




domingo, 9 de septiembre de 2012

FIRENZE SOGNA


Hacía apenas una semana que estaba en la Reppublica, y ya había visto algunas de las creaciones mas asombrosas de la era moderna. No hay discusión.
Sin embargo quedaba un pendiente: el fútbol.
Tengo una relación ambivalente y extraña con el balompié. Ni siquiera soy hincha de un equipo, pero me interesa la cultura futbolística y no quería irme del país sin ir a la cancha.
Llegué un fin de semana a Firenze, pero no tuve suerte: la Fiorentina jugaba con el Milan…en Milan.
Pensé en el Batigol, en el catenaccio, en mi amado mundial 1990 y toda la tradición del calcio italiano que me perdería. Tampoco podría ver a sus jugadores, cuya fama de apuestos los precede, como ya se sabe.
Juventus estaba ganando todo y se consagraría campeón, lo que me hizo recordar a Alessandro Del Piero, ídolo del club, exponente de encanto.
Pero eso no opacaría mis días, está muy claro.


Alessandro del Piero
Que lindo ser hincha. Forza Juve!


sábado, 1 de septiembre de 2012

FELICIDAD SE ESCRIBE CON "F" DE FIRENZE

Estaba esperando llegar a Florencia desde hacía por lo menos diez años.
De modo que las tres horas de traslado pasaron muy rápido.
Mi primer viaje en uno de los famosos trenes europeos no fue gran cosa porque compré un boleto de diecisiete euros para hacer el trayecto en un vagón muy modesto.
Mientras escuchaba las voces y veía a la gente, sentía la emoción, estimulada por años de expectativas. 
Desembarqué en un día frío, bajo un cielo gris y con la única indicación de tomar el bus 17.
Para llegar al hostel debía salir un poco del casco histórico, así que desde el vehículo me asomaba por la ventanilla, a ver si por las dudas veía el Duomo. Soy básica y quería ver su cúpula para entender que estaba ahí.


Has llegado, pequeña

La hospitalidad y calidez italiana se hizo sentir todo el tiempo: te ayudan en las calles, te dan charla, todos son muy amables, y cuando les decís que sos de Argentina, se ponen contentos y quieren abrazarte.
Nadie menciona a Maradona, Messi o Evita. No deben que hacerlo porque tienen muy claro donde queda el país, saben que acá todos tienen apellidos como “Chiesa” o “Ziglietti”, y que somos iguales a ellos. En esa clave de entendimiento casi fraternal, dos señoras amorosas  me hicieron llegar sin problemas al lugar:


Mi primer hogar fiorentino